Esté era el tipo de empujoncito que no necesitaba. Ese que puedes dejar caer por otro lado. Necesitaba todo lo contrario, algo de paz.
Le amé tanto que quizá ahora le esté odiando, pero solo por no saberme amar.
Le he querido tanto que ni el viento, ni el fuego, ni el agua, ni otros besos, ni otros abrazos, otros brazos, otras caricias, nada consigue borrarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario